5.1 La nueva sociedad urbana
Los burgueses o habitantes de las ciudades constituyeron un nuevo grupo social que basaba su posición en actividades distintas de la propiedad y el trabajo de la tierra. En la sociedad feudal se incluyeron en el estamento de los trabajadores o tercer estado. Pero se dividían en varios grupos según su riqueza.
El patriciado urbano era un grupo minoritario. Estaba integrado por los ricos comerciantes, los banqueros y los dirigentes de los principales gremios, que acapararon el gobierno de la ciudad.
El común incluía al resto de la población urbana. Estaba constituido por los maestros de los gremios y los pequeños comerciantes, que constituyeron un grupo intermedio: la masa urbana, integrada por los oficiales y los aprendices de los gremios, y los criados; y los pobres y marginados sin trabajo, que vivían de la mendicidad.
En algunas ciudades existían también minorías de judíos, que vivían en barrios aparte denominados juderías o aljamas. Los judíos se dedicaban al préstamo, al comercio, a la artesanía especializada y a la medicina.
5.2 Las mujeres en la sociedad urbana
En la ciudad, las mujeres solían compartir el oficio de su padre o de su esposo, como taberneras, vendedoras, o artesanas de todo tipo de oficios. Así, algunas fueron orfebres y plateras, pintoras, ilustradoras de miniaturas, herreras y trabajadoras de la construcción, donde como albañiles preparaban adobes y tejas, amasaban yeso, desescombraban y transportaban materiales.
Otros oficios desempeñados por las mujeres fueron los de lavanderas, planchadoras, actrices, cantantes, bailarinas, curanderas y parteras.
5.3 La vida cotidiana en la ciudad
La vida de la ciudad se desarrolla en sus calles y plazas. Estas eran lugares bulliciosos y ajetreados, donde tenían lugar el trabajo diario de los artesanos y la venta ambulante. En ellas se concentraban todo tipo de personas: trabajadores, titiriteros, juglares, mendigos, enfermos, locos y recién llegados. Estos eran en algunos casos siervos huidos de los señoríos, que tras permanecer en la ciudad un año y un día se convertían en ciudadanos libres y perdían su antigua relación con el señor feudal.
Los días de fiesta se limpiaba la ciudad, las calles se cubrían con paja y juncos, y se colgaban tapices y paños en las ventanas. Como diversión, los hombres acudían a tabernas, donde conversaban, jugaban a los naipes y a los dados, comían y bebían. Y todos los habitantes, luciendo sus mejores vestimentas, participaban en procesiones, juegos y bailes organizados por los gremios.
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